ROZANDO EL CIELO

Como si de un ángel se tratase,
alzando el vuelo inconscientemente
dejas caer las bellas plumas de tu plumaje,
dejándome atrás con rabia venerándote.

Sin aliento y con amapolas en mi ser,
muero de angustia ante la impotencia
de no dejarme por mi tanto querer.

Si el final querido y añorado
es convertirme en cenizas
para así llegar a tu ser alado,
llama al diablo si es necesario.

Con pecados y deseos,
viajo por el río sin rumbo,
con la finalidad de quereos
hasta el punto de arrebatar
el corazón al demonio por solo conoceros.

Delicados sonidos penetran en tu mente,
como delicadas y tranquilas brisas del mar
te percatas del poder de mis palabras,
conseguidas por tu atención para poder amar.

Pudiendo ya tenerte,
te me escapas,
aun cogiéndote fuerte,
de mi te separas.

Vaivenes de dolor y felicidad,
tanteos de rabia y serenidad,
el no poder aguantar esta tempestad,
aguardaré en la más calida tranquilidad.

Ahí donde tú te encuentras,
entre la luz y la oscuridad.

El final de un pequeño mundo
se acorta con la llegada del ángel,
blanco como la nieve en invierno.

Si solo una vez de cada ciclo de mi vida
soy capaz de morir de blanco,
llévate mi oscura alma y empápala,
empápala de tu blanca luz y tu blanco espíritu.


Como en el juicio de la vida,
se condena mi amor,
y en este veredicto,
mi alma queda confiscada.

En el campo floral reluces como narciso,
sin embargo yo me agazapo
como una orquídea de corinto intenso.

Mis suplicas llegan a su fin,
clamando mi voz al cielo,
mi vida se agota,
y así cada vez mas cerca estoy.

Ya declarado mi amor,
alzamos juntos el vuelo
para perdernos juntos
y apretados en tierno calor.

Con mi objetivo cumplido,
las palabras y el esfuerzo,
valieron la pena de un abrazo,
fuerte, tierno y muy querido.